Acoger a los refugiados
Desde el verano pasado la situación de los refugiados que quieren llegar a Europa, huyendo de la guerra en Siria, ha creado sentimientos de indignación, vista la actuación de los líderes europeos; y también de compasión, porque todo esto afecta a la dignidad de la persona; incluso de miedo, porque nos afecta muy de cerca. Acoger al forastero es la obra de misericordia corporal que nos hace actuar ante este drama humanitario.
El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: <<Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo>> (Mt 2,13)
Esta cita me hace pensar en el niño sirio de 3 años AilanKurdi, que murió ahogado en la playa turca de Badrum. Su familia también intentó salvarle la vida pero no fue posible. Como cristianos europeos sentiremos vergüenza. Un periodista, F. A. Álvaro, escribía: <<…Una imagen especial que actúa como abrelatas de nuestras conciencias adormecidas: la fotografía del niño sirio, nuevo icono mediático del dolor, nos arrastra hasta el muro de silencio que se alza cuando acaba el telediario. Es el momento de admitir que tenemos una responsabilidad individual sobre todo ello. No basta con decir que solo la tienen los políticos que hemos elegido>>.
Ante la imagen del bote neumático en medio de un mar oscuro y desafiante, y ante los ojos desesperados de los que van en él… una niña pregunta: << ¿Quiénes son los que van en la barca?>> Su madre responde que es gente que huye de países en guerra, de crisis humanitarias, que tienen hambre, miedo, frio… y ella exclama: <<¡ Pero si todos son PERSONAS!>> y antes de volver a sus juegos, repite con voz clara: <<¡Son PERSONAS, como nosotros, como tú y como yo!>>
Nos dice la carta a los Hebreos: <<No olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles>> (Heb 13,2)
PLEGARIA
Padre misericordioso, compadécete de los miles de refugiados que han dejado su país a causa de la guerra. Toca el corazón de quienes pueden auxiliarlos, haz que actúen a favor de restablecer la paz.
¿Perdónanos Padre, por lo que podríamos hacer y no hacemos!
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