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viernes, 30 de marzo de 2018

CELEBRACIÓN DE JUEVES SANTO - PARROQUIA NTRA. SRA. DE LA ASUNCIÓN


En la Celebración solemne de la Cena del Señor que tuvo lugar el Jueves Santo a las 7,00 de la tarde en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Torrelavega, el párroco destacó en su homilía que la Palabra Pascua significa paso. Dios pasó por su pueblo, ese pueblo de Israel, esclavizado y sometido por los egipcios, pero no pasó de largo, sino que escuchó sus gritos, le atendió y lo liberó. Dios sigue pasando por la historia, por nuestra historia, y sigue entrando hasta el fondo y comprometiéndose. Pero Dios no se desentiende de este mundo, al contrario, se mete hasta lo más profundo, y nos marca el camino de la felicidad, él quiere ver hecho realidad ese mundo que ha soñado para nosotros, un mundo donde el amor sea el protagonista de nuestras relaciones, el motor que mueva nuestra vida.



Qué bonito está expresado esto en el pasaje de la última cena que vemos en el evangelio, qué signo tan bonito y expresivo. Jesús se pone a lavar los pies de sus discípulos, los caminos están polvorientos, no es labor agradable, esa es labor de los esclavos. El mundo se divide en señores y siervos, en todos los lugares y en todas las épocas, y que Jesús, el hijo de Dios desempeñe el papel del siervo, es lo más revolucionario, además dijo que lo hacía para tomaran nota y se lavaran los pies los unos a los otros. El amor tiene que ejercitarse, más que con las palabras, con los gestos concretos de servicio y de ayuda unos a otros, y especialmente a los últimos, a los descartados, como diaria el Papa.


Qué tarde tan apasionante, qué cena tan entrañable, Jesús desnuda su corazón, les deja ese testamento que parece tan sencillo, pero que a la vez nos cuesta tanto cumplir. “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS, COMO YO OS HE AMADO”. Jesús sabe que no es fácil, sabe de nuestra debilidad, y nos deja algo tan especial... su cuerpo entregado y su sangre derramada. Instituye la eucaristía, el alimento que transforma nuestro corazón y nos capacita para amarnos. ¡Que más puede hacer Dios por nosotros! Más que entregar su propia vida por amor, para salvarnos. Pues hace más aún, elige a hombres, débiles y limitados como cualquiera, para hacer presente cada día este misterio de amor, en la eucaristía, para que no nos falte el alimento del amor y para amar. Hoy celebramos también, la institución del sacerdocio. Ojalá Dios siga llamando a personas para hacerle presente en esta historia. Qué desproporción entre nuestra limitación, debilidad y pecado, y el encargo que Dios nos hace. Perdonad, por nuestras debilidades, y por nuestros escándalos, por no saber estar a la altura del don recibido.


 


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