La celebración del pasado viernes día 3 de junio nos invitó a penetrar en el corazón de la persona de Jesús, es decir, en su núcleo vital, para descubrir y contemplar cuál es la fuerza que le anima.
Y no encontramos nada más que el amor. Un amor sin intereses ni medida. El del pastor que lo deja todo para ir en búsqueda de la oveja perdida. El amor que no busca la propia satisfacción, sino que ama hasta que le duele. El amor que hace el bien a quien no se lo merece. Amor, gratuito, que no juzga.
Durante la celebración tuvimos la procesión por el interior del Templo.
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