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sábado, 12 de marzo de 2016

ESCUELA DE FORMACIÓN DE ADULTOS A CARGO DE RAMÓN PACHECO . NTRA. SRA. DE LA PAZ

Dentro del ciclo de charlas organizadas desde la Escuela de Formación de Adultos Diocesana, ha tenido lugar el sábado 12 de marzo, en los locales de la Parroquia de La Paz, la conferencia titulada “El compromiso cristiano: El compromiso de la solidaridad con las víctimas”, impartido por Ramón Pacheco. 
Tras haber desgranado en charlas anteriores los aspectos básicos sobre el compromiso del amor, la justicia y los derechos humanos, le tocaba en esta ocasión el compromiso de la solidaridad hacia las víctimas generadas por la sociedad actual.

Actualmente donde más se habla de solidaridad es sobretodo en las sociedades más pobres, ya que ésta se convierte en un medio de supervivencia. Esta solidaridad es más urgente cuanto más alejados estemos de la justicia más elemental. Nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta capacidad de producir bienes y servicios y sin embargo cada vez son más los excluidos, aunque no seamos los responsables directos, pero sí que de alguna manera tenernos algo de culpa. Por eso la solidaridad no se puede convertir en un simple gesto para callar la conciencia de los que lo tenemos todo, no puede sustituir la justicia legal.

Hoy en día, los medios de comunicación nos han acercado las víctimas, por lo que no podemos decir que no los conozcamos, aunque no sean de nuestro entorno próximo. En la tradición judía, prójimo era aquel que de alguna manera estaba en nuestro grupo o familia, pero el resto no importaba. La gran parábola de la solidaridad, la del Buen Samaritano, cambia radicalmente el significado de prójimo, ya que éste pasa a ser aquel que está dispuesto a acercarse, y por extensión modifica el contenido de la palabra solidario, ya que aplicarla implica la necesidad de cambiar la forma de entender la economía, la política, etc. de cara a tener un mundo mucho más digno para todos y todas. Si todos somos hijos de Dios, y todos son hermanos nuestros, tenemos el compromiso ético y la obligación de ser solidarios para con quien lo necesita. No se puede decir que se es un cristiano comprometido y ser al mismo tiempo neutral al sufrimiento de los demás. Los laicos junto con sacerdotes y religiosos debemos contribuir al proceso de transformación de las conciencias apostando por un nuevo modelo de Iglesia que se apoye en el bien común, lo que afecta a todos los ámbitos: político, económico, fiscal, …

Nuestra Fe y nuestra Vida tienen que ir de la mano, de ahí que se propongan estos diez consejos para que los incorpore un cristiano en sus actividades diarias: creer verdaderamente en nuestra Fe desde la óptica de la compasión que mostró en todo momento Jesús; salir de lo que nos dicta la norma (pensar fuera del sistema) y abajarse al prójimo; ser voz de los “sin-voz”, acabando con la indiferencia; ser coprotagonista de una sociedad nueva, negándonos a vivir permanentemente en la nostalgia de una Iglesia más concurrida, tenemos un futuro muy emocionante por conquistar; reconocer en el prójimo al otro yo, ya que a todos nos duele lo mismo, tenemos los mismos deseos, temores…; preocuparnos en primer lugar por hacer algo por el sufrimiento de la gente, independientemente de su origen; no servir a Dios y al dinero: el poder político no puede estar supeditado al financiero, por lo que hay que defender un modelo de atención social pública tanto para el que tiene recursos económicos como para el que carece de ellos; dar buenas noticias de parte de Dios a aquellos que sólo reciben malas noticias de la Vida; luchar por la justicia desde el lado de las víctimas, abriéndonos a los demás, huyendo de las prácticas rutinarias, siendo imaginativos y creativos en nuestra forma de vivir la Fe, aumentar la participación de los laicos, revisar nuestra actuaciones…entre otras acciones. En definitiva apostar por el acompañamiento, por generar conciencia social y continuar con nuestra aportación económica para los más necesitados.


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