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miércoles, 25 de abril de 2018

LA PUERTA DEL PERDÓN CIERRA EL AÑO SANTO

El Jubileo concluye con el reto de mantener el Camino Lebaniego como ruta de peregrinación hasta la próxima edición, en el año 2023

Un candado de hierro sirvió ayer para trancar la Puerta del Perdón y a la vez dar por concluido el Año Jubilar Lebaniego 2017-2018. El encargado de sellar la entrada más noble del monasterio de Santo Toribio fue el máximo responsable de la diócesis cántabra, que utilizó la forma tradicional para poner el punto final a un evento que, como en las últimas ediciones, ha vuelto a transcender lo puramente religioso. Lo hizo con la fórmula habitual: «Hoy, 22 de abril de 2018, Domingo IV de Pascua, yo, Manuel Sánchez Monge, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de Santander, declaro clausurado este Año Santo en el Santuario de la Santa Cruz de Santo Toribio de Liébana». En el mismo momento en que el prelado pronunció esas palabras, a eso de las 13.30 horas, concluyeron oficialmente los doce meses de júbilo.


El Lignum Crucis, protagonista 
En la comitiva clerical participaron también Carlos Osoro, cardenal y arzobispo de Madrid, y Manuel Herrero, obispo de Palencia (ambos cántabros), así como los obispos de Oviedo, León y Astorga, los mismos que también concelebraron la eucaristía. Ya frente a la Puerta del Perdón, el abad del monasterio, Juan Manuel Núñez, se dirigió a los presentes: «Esta no es una puerta mágica. Esta puerta es el símbolo del perdón que ha permitido que durante este Año Santo todo aquel que ha llegado al monasterio ha aprendido algo. Pasar por ella significa que Dios está abierto para nosotros, pero también que nos pide que nosotros nos abramos a él». «Yo soy la Puerta, quien entre por mí se salvará. Míranos aquí reunidos ante la puerta del perdón», leyó Sánchez Monge siguiendo la tradición para cruzar el umbral. Tras él dio paso al resto de representantes religiosos e institucionales, que pudieron entrar al pequeño santuario igual que varias decenas de personas que abarrotaron el edificio. Los que se quedaron fuera siguieron la ceremonia religiosa desde la pantalla gigante colocada en el exterior y las cámaras de televisión instaladas en el claustro. Desde allí también escucharon al coro de cámara Solvay Ensemble de Torrelavega, a los que el Obispado les encargó los cánticos. Una vez concluida la ceremonia religiosa, hubo tiempo para que todos los fieles accedieran a la capilla en la que se custodia el Lignum Crucis para besar la reliquia.





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