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jueves, 18 de diciembre de 2014

EUCARISTÍA POR LA MIGRACIÓN

Más de 200 millones de personas se encuentran desplazados de sus tierras y hogares por diversas razones. Este año se han superado las cifras de muertos al intentar cruzar el mar Mediterráneo (más de 5000 personas). Por ello, sobran razones para tener presentes en estas fechas a las personas que migran. No olvidemos que la Sagrada Familia fue migrante en Egipto, huyendo de la violencia de Herodes. Vivimos en un país al que acuden cada año miles de personas en busca de una vida más digna. Muchos se quedan en el cementerio del Mediterráneo, en la inmensa tumba de arena del desierto o colgados de las vallas que cierran nuestras fronteras. En la celebración del jueves 18 de diciembre se ha querido recordar a todas estas personas que sufren, entre otras cosas, de nuestra propia indiferencia. Intentemos poner nuestro granito de arena para acoger a todos nuestros hermanos y hermanas que proceden de otros países. Que nadie en este mundo se sienta excluido, ya que Dios no tiene puertas, no las pongamos nosotros.

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